lunes, 30 de marzo de 2020

Adolescente (7)



     Otras de las cosas que nos cuenta el Hermano Valeriano sobre Antonio...

                                                                                                          R. P. Hilarión Sánchez

      Proponía a sus compañeros de confesión y comunión, ir algunas veces a comulgar a la iglesia de San Mateo, en donde entonces había muchos golfillos por aquellos barrios, muy bueno para probar el temple de los valientes de Cristo.
     Este valor o celo de la honra de dios, le hacía osado hasta enfrentarse con los hombres blasfemo; un día en que fue toda la escuela de merienda; se enfrentó contra un carretero que blasfemaba, diciéndole: "Señor, ese lenguaje no lo entienden sus caballerías, y por eso mismo no pueden con el carro. Como diga usted otra blasfemia, le denunciaré al señor juez para que le eche una multa."
    "El carretero, sorprendido por el valor del niño y por la amenaza, respondió: Dispense, zagal, pues lo dice uno sin darse cuenta."

Iglesia de San Matero, Jerez de la Frontera
Plaza del Mercado (Barrio de San Mateo) Jerez de la Frontera

Callejuela Barrio de San Mateo (Casco de bodega)

Martes Santo, salida de los Judios de San Mateo
Nuestro Padre y Señor de las Penas y María Santísima del Desconsuelo

viernes, 27 de marzo de 2020

Adolescente (6)

                                                                                                                  R.P. Santiago Cantera

El adolescente.

    Entre los doce y los catorce años de edad, Antonio conoció la etapa de la pubertad y del crecimiento personal en su totalidad biológica, psíquica, moral y espiritual. En él, el progresivo avance hacia sus padres y hacia los valores representados y transmitidos por ellos, sino que demostró ser el de un adolescente firme en sus convicciones religiosas y en sus devoción, ya que muchos de sus profesores y de sus compañeros aseguran que se conservó como fiel cumplidos del Reglamento de la Congregación de María Inmaculada y de San juan Bautista de La Salle. Como tal, comulgaba todos los domingos y días festivos, e incluso algunos días entre semana, en una época en la que aún no era del todo frecuente la comunión diaria. También se confesaba de manera habitual, y afirman que fue constante en el rezo del Santo Rosario y en asistir a las conferencias y alas visitas de caridad que la Congregación tenía establecidas.



                                                                                                                   R.P. Hilarión Sánchez


     He aquí unas palabras que transcribo literalmente de las notas enviadas por el Hermano Valeriano, Director que fue como dijimos antes de nuestro colegial. La víspera de un Primer viernes dice este Religioso, recuerdo que capitaneando un grupito de unos cincos o seis niños de sus edad y de su clase (la 2.ª), Antonio fue recorriendo con ellos varias iglesias con el fin de confesarse y poder comulgar al día siguiente, que era Primer viernes; mas como no pudieron conseguirlo por falta de confesores, o por la hora poco oportuna en que se presentaron, después de recorrer cinco iglesias volvieron a la escuela para decir a los Hermanos su mala suerte, pero que no por eso dejarían la comunión del Primer viernes, prometiendo Antonio, en nombre de todos, que madrugarían mucho al día siguiente para poder confesar y comulgar con sus profesores. 
     Algunos minutos después, llegaban sus otros compañeros, y a las seis menos cuarto, salían con nosotros para la iglesia de la Compañía, en donde confesaron y comulgaron con sus Maestros. Salidos luego de la iglesia, el profesor, Hermano Juan Pablo, les dijo: "¡Qué! ¿Os ha costado mucho vencer la pereza para venir a comulgar?" A lo que respondió Antonio, con el asentimiento de los demás: "Hermano, porque nos cuesta lo hacemos, si no nos costara, qué poco mérito tendríamos, y qué poco amos de Dios."

Iglesia de la Compañía 



    

viernes, 19 de abril de 2019

La Infancia de Antonio Molle Lazo (5)

Primera Comunión y virtudes de congregante.    


                         R.P. Santiago Cantera

     El 15 de mayo de 1925, en la fiesta de San Juan Bautista de la Salle, recibió la Primera Comunión en su colegio, después de haberse preparado convenientemente, según se hacía en los centros de estos Hermanos.

     La fotografía de Antonio en el día de su Primera Comunión es la de un niño serio y grave, consciente del regalo tan grande que recibe del Cielo a través de la iglesia. Los padres le animaron a preservar siempre en el amor de Dios y en la pureza de las virtudes.

Antonio Molle con nueve años, el día de su Primera Comunión




     Según el testimonio de sus maestros, Antonio fue desde aquel día el tipo de colegial modelo. Por otro lado, solicitó a los pocos días la admisión en la "Congregación de María Inmaculada y de San juan Bautista de La Salle", en la que podía ingresar los alumnos antes pertenecientes a la Congregación del Niño Jesús y que habían dado en ella muestras evidentes de piedad y virtud, cual era su caso. Se le acogió como aspirante y unos meses después la Junta Directiva le concedió por unanimidad la categoría de congregante efectivo, afirmando que en su fase anterior como miembro de la Congregación del Niño Jesús, así como en el tiempo reciente de aspirantado, había sido uno de los que mejor habían cumplido el Reglamento en todo momento y había dado ejemplos de sólida piedad.

     No deja de ser llamativo que, en una de las dos admisiones como congregante, pueda leerse en el libro de Junta: "Examinada la conducta del niño Antonio Molle Lazo, no se hallaron más que datos a su favor y, por tanto, por escrutinio y con los votos de todos, fue admitido en la Congregación, fijándose para su admisión pública y solemne el día de Cristo Rey"

Primera Comunión de Antonio Molle Lazo, Colegio Buen Pastor (La Salle) 1925


sábado, 6 de abril de 2019

La infancia de Antonio Molle Lazo (4)


R. P. Santiago Cantera

     A los ocho años, en efecto, Antonio había de convertirse en un colegial y sus padres decidieron enviarle al Colegio del "Buen Pastor", que tenían abierto en Jerez los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de La Salle), al cual ya habían llevado a Carlos, el primogénito.






R. P. Sarabia

     Todos los amigos a quienes hemos interrogado sobre nuestro simpático mártir y sobre su conducta y costumbres, ponderan con voz unánime la modestia de sus palabras y el honestísimo recato de toda su vida. Por aquellos ojos miraban siempre la bondad y la pureza de su alma... Así eran de limpios y serenos los sus ojos...

     Los que trataron de cerca a nuestro mártir, si se hubieran detenido a estudiar su carácter, hubieran visto que era muy bondadoso y dulce, pero que, detrás de aquella dulzura y bondad, se ocultaba una voluntad recia y un temperamento firme, que no alborotaba nunca, pero que no retrocedía jamás ante el cumplimiento del deber.

     Uno de los Hermanos, que fue profesor suyo, confiesa que no tardó en darse del todo al estudio y en poco tiempo llegó a ocupar los primeros puestos de su clase. Los padres guardaban con orgullo legítimo los premios que a casa traía su querido Antonio: y cuando llegaba el día solemne de la distribución de premios, los padres podían estar orgullosos de su hijo, porque, si en todas las ciencias no ocupaba el primer puesto, en todas las clases podían ponerlo como modelo de aplicación y señalarlo como una de las glorias del colegio del Buen Pastor.


San Juan Bautista de La Salle







sábado, 30 de marzo de 2019

La infancia de Antonio Molle Lazo (3)



R.P. Hilarión Sánchez

     Antoñito, en posesión de sus primeras monedas, había sentido su yo acariciado por la mano sublime de este terrible don (como alguien llamó a esta libertad), motivo de ruina para unos y causa de gloria para otros.

     Este primer uso que de la libertad hace Antonio Molle es, en mi concepto, uno de los puntos biográficos que merecen más atención. Porque él nos revela, de un modo elocuente, toda la grandeza de la condición de su espíritu.

     "Cuando se le entregaba algún dinero -me dice doña María Josefa - no lo gastaba en chucherías infantiles que halagasen su gusto, sino que lo invertía comprándonos a su padre y a mí algún pequeño agrado." He aquí un panorama de grandeza donde se descubre toda esa gama de valores morales que habrán de formar, más tarde, la persona del héroe.

     Otros de los hermosos frutos que empezaba a madurar en la fecunda tierra del corazón de Antoñito fue la caridad.

     Bien seguro podía estar todo pobre que llegase a la casa de los señores Molle-Lazo, que estando en ella el benjamín de la familia, en el hallaría, sin duda, un abogado defensor. Y era así: no bien aparecía el mendigo en el umbral de la puesta, cuando Antoñito corría desalado hacia su madre, y clamaba: "¡Mamá!, ahí está un pobre". Y su manita se alargaba en ademán de recibir la recompensa de su petición. La madre depositaba en la mano de su hijo una moneda, que éste acariciaba con sus ojos negros, saboreando anticipadamente el triunfo que lograba su corazón socorriendo a aquel necesitado.

     "De tal forma le fascinaba la limosna - me dice la madre -, que a pesar del respeto profundo que me tenía, hubo ocasiones en que su grande generosidad de corazón, no satisfecha con las monedas que al pobre se le daba, le hacía brotar este dulce reproche: "¡Mamá!, ¿y qué va hacer este pobrecito con estos céntimos?" Y como la madre alegase la escasez de los tiempos y la multiplicidad de mendigos, Antoñito se conformaba, pero llevándose en su alma la pena de su pequeño ofrecimiento.




jueves, 28 de marzo de 2019

La infancia de Antonio Molle Lazo (2)



                                                                                                           R. P. Ramón Sarabia

     Y así era, en efecto, porque don Carlos, todo bien pensado, juzgó que para el desarrollo de sus negocios y hasta para hallar una colocación más conforme a sus aficiones y más segura para el porvenir de su vida, sería campo más favorable la populosa ciudad de Jerez, centro de muchas actividades y corte de muchas industrias, y cuando apenas su hijo Antonio había cumplido los cinco meses de vida, dejó su villa natal, Arcos de la Frontera, y entró por las puertas de la ciudad jerezana donde iba a hallar lo que iba buscando; pan abundante para sus hijos, horizontes más amplios para sus negocios, y sobre todo, medios más perfectos y cómodos para la buena educación de los hijos que rápidamente iban poblando el hogar.

     Hasta los cinco años, Antonio no salió de entre las faldas de sus madre, doña Josefa. El padre y la madre fueron los únicos maestros que tuvo aquel niño. Pero llegó un momento en que era muy conveniente que el niño saliera de casa y entrara en algún colegio de párvulos.


Antonio Molle Lazo



  R. P. Santiago Cantera

     Comenzaron a llevarle a la escuela de párvulos que en esa ciudad dirigía doña Nieves Sandoval. En aquel pequeño centro de formación, donde lo que primaban eran los juegos infantiles y una educación propia de la edad y de principios del siglo XX, se enseñaba además a los niños a rezar brevemente cada vez que el reloj daba las horas, para que así aprendieran a orientar todo el día y toda la vida hacia Dios. 


Antonio Molle con Doña Nieves en la escuela de párvulos




La Infancia de Antonio Molle Lazo (1)



       -Rvdo. P. Hilarión Sánchez-




     El pequeño Antonio nació en la pintoresca e histórica ciudad de Arcos de la Frontera (Cádiz). Era el 2 de abril de 1915. Madrugada de Viernes Santo. Ambiente empapado de soledad mesiánica y de tristeza redentora. La calle Bóvedas, de Arcos de la Frontera, es un río de seres humanos que suben y bajan, llevando estampada sobre sus rostros la huella de la compasión y sosteniendo entre sus manos, cirios pálidos y mortecinos como el Cristo que avanza entre una atmósfera de plegaria, de dolor y de silencio.

     En la misma calle y a la misma hora, el domicilio de la familia Molle-Lazo recibía con sobresaltos de regocijo desbordante, el nuevo fruto de bendición que Dios le prodigaba. Abría sus inocentes ojos a la hiriente luz de la vida un niño encantador, cuyo nacimiento aparecía envuelto en circunstancias que hacía sugerir al pensamiento ideas misteriosas sobre el destino de aquel "lirio" en botón.


     Jesús Nazareno, sobre su paso de faroles pálidos y pisando las punzantes espinas de su triste Calvario, pasaba cargando con su Cruz, por delante de la casa número 4 de la calle Bóvedas, pocos instantes después del nacimiento del pequeño Molle. Jesús llevó hasta la frente nacarina del recién nacido una gota de su martirio, y un haz de luces cárdenas ungidas con el beso de su propio dolor.


     El ángel de carne acababa de recibir del paciente Jesús la primera sonrisa de paz y la primera llamada al predestinado sacrificio futuro.



-Nuestro Padre Jesús Nazareno-

Casa familia Molle-Lazo



                                                                                    -Rvdo. P. Santiago Cantera-



     A los pocos días, el bebé enfermó y la madre, aún débil por el parto y hallándose ausente el padre por motivos de trabajo, sufrió sobremanera, pero con una fe firme. El medico ofreció un diagnóstico grave e incluso apuntó la posibilidad de una rápida muerte del niño. Ante esta situación, María Josefa Lazo prefirió no esperar al regreso de su marido y decidió que se le bautizase cuanto antes, como efectivamente se hizo en mayo del mismo 1915, en la iglesia de San Pedro de Arcos de la Frontera, con el nombre de Antonio.

-Iglesia de San Pedro de Arcos de la Frontera-

-Pila Bautismal de San Pedro-