viernes, 27 de marzo de 2020

Adolescente (6)

                                                                                                                  R.P. Santiago Cantera

El adolescente.

    Entre los doce y los catorce años de edad, Antonio conoció la etapa de la pubertad y del crecimiento personal en su totalidad biológica, psíquica, moral y espiritual. En él, el progresivo avance hacia sus padres y hacia los valores representados y transmitidos por ellos, sino que demostró ser el de un adolescente firme en sus convicciones religiosas y en sus devoción, ya que muchos de sus profesores y de sus compañeros aseguran que se conservó como fiel cumplidos del Reglamento de la Congregación de María Inmaculada y de San juan Bautista de La Salle. Como tal, comulgaba todos los domingos y días festivos, e incluso algunos días entre semana, en una época en la que aún no era del todo frecuente la comunión diaria. También se confesaba de manera habitual, y afirman que fue constante en el rezo del Santo Rosario y en asistir a las conferencias y alas visitas de caridad que la Congregación tenía establecidas.



                                                                                                                   R.P. Hilarión Sánchez


     He aquí unas palabras que transcribo literalmente de las notas enviadas por el Hermano Valeriano, Director que fue como dijimos antes de nuestro colegial. La víspera de un Primer viernes dice este Religioso, recuerdo que capitaneando un grupito de unos cincos o seis niños de sus edad y de su clase (la 2.ª), Antonio fue recorriendo con ellos varias iglesias con el fin de confesarse y poder comulgar al día siguiente, que era Primer viernes; mas como no pudieron conseguirlo por falta de confesores, o por la hora poco oportuna en que se presentaron, después de recorrer cinco iglesias volvieron a la escuela para decir a los Hermanos su mala suerte, pero que no por eso dejarían la comunión del Primer viernes, prometiendo Antonio, en nombre de todos, que madrugarían mucho al día siguiente para poder confesar y comulgar con sus profesores. 
     Algunos minutos después, llegaban sus otros compañeros, y a las seis menos cuarto, salían con nosotros para la iglesia de la Compañía, en donde confesaron y comulgaron con sus Maestros. Salidos luego de la iglesia, el profesor, Hermano Juan Pablo, les dijo: "¡Qué! ¿Os ha costado mucho vencer la pereza para venir a comulgar?" A lo que respondió Antonio, con el asentimiento de los demás: "Hermano, porque nos cuesta lo hacemos, si no nos costara, qué poco mérito tendríamos, y qué poco amos de Dios."

Iglesia de la Compañía 



    

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